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Palau de Mar

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Plaça Pau Vila, 1
08007 Barcelona

Una Real Orden de 3 de marzo de 1818 autorizaba la construcción de unas estructuras en el puerto que permitieran facilitar y abaratar el tratamiento de mercancías provenientes del extranjero. Esta disposición chocó con la oposición del Gremio de Fabricantes de la ciudad, que lo consideraba un ataque a sus intereses. No es hasta 1827 que los comerciantes, con el apoyo de la Junta de Comercio, logran vencer las reticencias de los fabricantes y una nueva Real Orden dispone la creación de un depósito comercial en Barcelona. Finalmente en agosto de 1831, la Junta de Comercio decide situar (por medio de un contrato de alquiler con el Real Patrimonio), los almacenes en el andén bajo del Muelle Viejo.

Poco tiempo después de la adquisición del terreno, se construyen las primeras instalaciones, frente a la playa del Portal de Mar y bajo la dirección de Josep Oriol Mestres. Estas dependencias no tardaron en ser insuficientes, hecho que condicionó la construcción de un nuevos Almacenes Generales de Depósito (Crédito y Docks) en la avenida de Icaria, proyectados por Elies Rogent en 1874 y comunicados con el puerto a través de una vía férrea.

Los avances en materia de navegación y comercio (con embarcaciones de mayor eslora y más calado) y la presión empresarial que pedía una reducción de las estancias en puerto y mayor rapidez en las operaciones de carga y descarga, propiciaron un nuevo replanteamiento del sistema portuario hasta entonces considerado deficitario en relación con las expectativas de comercio de la época.

En 1868, con la voluntad de hacer frente a las nuevas necesidades, se constituye la Junta de Obras del Port de Barcelona. Mauricio Garrán, director de ésta entre 1868 y 1881, dijo, en una conferencia en el Ateneu Barcelonès en 1877, cuáles eran los objetivos principales de la reforma portuaria: "No basta con tener un puerto donde fondear los barcos, es preciso tener donde descargar las mercancías, no basta en el comercio la seguridad de los buques, necesita dársenas, muelles espaciosos y medios adecuados para cargarlos, descargarlos y carenarlos, y casi inútil sería lo primero si el segundo no se alcanzase. el proporcionar los medios que facilitan la carga, descarga, depósito, reconocimiento, almacenaje y transporte de las mercancías, es perjudicar evidentemente los intereses del país." 

Mauricio Garrán fue el encargado de proyectar el nuevo almacén del Puerto; En el archivo histórico de la Autoridad Portuaria de Barcelona, se conserva el proyecto original del edificio para Depósito Comercial firmado por Garrán el 1 de marzo de 1881, como jefe y director de las obras. Sin embargo, la obra se ha atribuido al arquitecto Elies Rogent.

La memoria descriptiva del proyecto cita que, según la distribución general de los terrenos de la zona marítima efectuada de acuerdo con la Real Orden de 20 de octubre de 1872, en el muelle de la Playa de los Pescadores "...se proyecta un extenso solar para el establecimiento de un espacioso almacén (...) que será muy ventajoso para la colocación de aquellas mercancías (...) que no deban entrar en la ciudad o no se destinen al consumo interior. mercancías pasan directamente de las barcas a los almacenes y desde éstos a aquellos con la mayor economía."

El objetivo era acoger mercancías que debían ser reembarcadas, lo que exigía disponer de ciertas facilidades técnicas y estructurales que fueron plasmadas en el nuevo edificio. Esta necesidad de facilitar la carga y la descarga condicionaron la construcción del edificio en primera línea de costa siguiendo los modelos de los grandes depósitos comerciales de Inglaterra.

La construcción de los cimientos se inició en 1885, el 17 de diciembre de 1894 se adjudica la obra a la sociedad "Material para ferrocarriles y construcciones" y quedó terminado el 31 de mayo de 1900.

A lo largo de su historia, el edificio ha tenido varios usos, ya que nunca se utilizó como depósito comercial, probablemente porque quedaba muy alejado de la boca del puerto, disponía de más de una planta -que complicaba la trabajo en relación a las construcciones de planta baja- y por el alto coste de su mantenimiento. Por este motivo durante un tiempo fue cuartel de carabineros. Posteriormente el edificio entró en un período de inactividad y abandono y estuvo a punto de derribarse -como se hizo con los antiguos rafales del muelle de la Barceloneta. Finalmente, con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos en Barcelona en 1992, el edificio fue objeto de una serie de reformas a cargo de los arquitectos Joan Arias y Joan Solà para darle un uso administrativo. Una parte del edificio quedó ocupada por las oficinas del Departamento de Bienestar Social de la Generalidad de Cataluña y algunos de los bajos se adecuaron como restaurantes. Pero la decisión más importante llega en julio de 1993, cuando el Gobierno de la Generalidad tomó el acuerdo de poner en marcha el proyecto del Museo de Historia de Cataluña.

El proyecto de rehabilitación del edificio el adaptarlo como museo es obra de los arquitectos Josep Benedicto y Rovira y Agustí Mateos Duch, quienes propusieron aprovechar las cuatro plantas del conjunto y construir un nuevo piso donde se localiza hoy día la cafetería y la terraza del museo. Se aprovecha el patio -elemento vertebrador del conjunto- se creó un gran espacio vacío en el centro mismo del edificio, para hacerlo menos pesado y, a la vez, para articular la circulación vertical dentro del edificio y se realizan nuevos cierres de cristal que permitan mantener la relación del espacio central con el puerto.

 

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