ACIB Barceloneta

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Más que gente de mar

Más que gente de mar

La Barceloneta crece sin pausa y pronto se llena de todo tipo de almacenes con productos de todo el mundo. Dado que se un barrio que se encuentra fuera murallas pronto se hace indiscutible la importancia de ser autosuficientes en productos de primera necesidad. En las plantas bajas de las casas tradicionales de planta y primer piso, muchas veces donde también encontramos la vivienda del comerciante, y se instalan sobre todo almacenes de artículos básicos para garantizar el consumo de víveres.

Treballs de càrrega de mercaderies al moll

El cronista Diego Alejandro Gálvez al 1755 afirma que en la plaza de la Barceloneta: encontramos la hosteria más bontia y provista de Europa. Los días de fiesta los vecinos van a merendar y aunque haya 50 personas, en un cuarto de hora tienen preparado un gran banquete. El barrio desde los inicios, según este cronista, contaba con confiterías, tabernes, tiendas, escuela, médico, cirujano,farmacia y todo el necesario para ser un pueblo autosuficiente.

Al 1792 destacan las ofertas de productos llegados de todo el mundo del almacén de Pedro Stirleng así como las referencias a variadas tabernes y casas de comidas. Por otra parte el hecho de ser un barrio marítimo y su conexión con el Puerto favorecen el crecimiento de actividades y usos artesanos relacionados con el puerto, la pesca y el mar.

Así los almacenes d’efectos navales o provisiones para barcos se desarrollan rápidamente. Estas tiendas ofrecen todo tipo de servicios para el menaje de los barcos como cuerdas, pinturas, velas, cables, anclas y hasta todo aparatos de precisión. Como la tienda de Francesc Canna fundada hacia 1760 que venía desde farolas a brújulas.

Hacia 1791 empiezan a surgir un todo un seguido de pequeños astilleros que se acabarían haciendo fuertes en el S.XIX fundando verdaderas estirpes de constructores como los Missé o los Cardona. Dado que los espacios eran a menudo muy pequeños las construcciones más grandes se finalizaban fuera de los talleres, y a medida que crecen las actividades las calles y la playa se acaban convirtiendo en espacios vivos donde las gentes de mar, pescadores y los obradores hacían su trabajo al aire libre.

La Barceloneta además de los Astilleros y las reparaciones de barcos acoge también a navegantes de todo el mundo que desembarcan en el Puerto, y que tienen que hacer noche en el barrio, esto comporta que hacia 1795 hay un gran incremento de fondas y hostales y en menor medida de los cafés, para acoger a todos los visitantes que piden estos servicio.

Sin embargo, el movimiento portuario se refleja en el comercio de la época. En el muelle o en la playa se vendían todo tipo de mercancías, como si de un depósito franco se tratara, y se podían encontrar mantequillas, licores así como bordados, perfumes o telas llegadas de todo el mundo.

Nuestros comercios asociados

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Bar Cal Chusco
Hotel 54
Restaurante El Rey de la Gamba 1
Punto y Coma
Restaurant L'Òstia
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