ACIB Barceloneta

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La fundación del ACIC 1953

Sin embargo, en tiempos del franquismo, a pesar de la represión cultural y la prohibición del movimiento asociativo, en 1952 los comerciantes de la Barceloneta constituyeron una Comisión Organizadora presidida por Guillermo Benarroch con la clara intención de agruparse de nuevo. En 1952 fue muy activo y se logró la adhesión de 200 comercios para apoyar la propuesta de constitución de la futura entidad. Entre ellos cerca de cincuenta tenían nombre de mujer.

En mayo de 1953 la labor de este grupo motor fue tan activa que, justo antes de su constitución como entidad legalizada, hicieron una gran fiesta de cumpleaños. En el programa, entre otros actos conmemorativos, constaba una velada teatral, una excursión a Salou en “magníficos autopullmanes”, así como la bendición de la bandera de la nueva entidad.

La Agrupación de Comerciantes nació no exenta de polémica. Escoger el nombre de la entidad no fue fácil y se tuvo que resolver la posible denegación del permiso bautizando a la nueva asociación como Agrupación Cultural de Industriales y Comerciantes de la Barceloneta, ya que sin la palabra cultural, y que el objetivo prioritario de la entidad fuera la defensa de la cultura, no había demasiadas posibilidades de constituirse. Por otra parte, levantó mucha desconfianza que en la nueva bandera, aparte del caduceo de Hermes símbolo del comercio, se cose el escudo de la ciudad con las 4 barras completas lo que se veía como símbolo de “rojos y separatistas”. Todos estos obstáculos obedecen al momento histórico en que se fundó ya que era requisito que la mitad de los miembros debían ser del movimiento única forma de impedir una posible ilegalización. Una vez salvadas todas las incidencias políticas la entidad vio la luz en junio de 1953. La reunión de constitución se celebró en el centro parroquial de San Miguel del Puerto y entre los asistentes, que formaban parte de la denominada Comisión Organizadora encontramos a una mujer, Rosa Masfarné, que regentaba la Casa de Gorras la Marina.

Con la presentación de la memoria de la Comisión Organizadora se da paso a las votaciones de los candidatos a formar parte de la junta directiva y Joaquim Guimerà, propietario de una ferretería, fue el más votado convirtiéndose en el primer presidente.

La entidad, que se instaló inicialmente en el paseo nacional 14, inició en 1953 una larga trayectoria que no sería posible sin el apoyo del sector comercial del barrio. Una vez constituida la entidad, su consejo directivo empieza a reunirse periódicamente.

La organización interna

La Agrupación se regirá por un reglamento que recogerá la prohibición de tratar de política. ACIC a nivel organizativo apoyará su funcionamiento en el llamado consejo directivo que contó con presidente, vicepresidente, secretario, tesorero, contable y 6 vocales.

El reglamento recoge que la junta debía renovarse biaanualmente y todos los socios, no parece haber por escrito distinción entre hombres y mujeres, tenían voz y voto y podían ser electores y elegibles para formar parte del citado consejo directivo. La asamblea general, a priori, era la encargada de escoger a los miembros del consejo directivo que presentaran su candidatura. El voto era secreto y los candidatos se presentaban libremente, aunque en los años 50 existe constancia de intervenciones externas. Se dio algún caso que si los nombrados no eran considerados, por razones suponemos que políticas, aptas para tener representatividad en el citado consejo las autoridades competentes habían llegado a forzar la dimisión al ver la composición de junta escogida.

A pesar de nacer en los momentos más represivos, en líneas generales, durante 7 décadas los distintos comerciantes asociados han escogido democráticamente a sus representados. Así, a lo largo del tiempo, han ejercido la presidencia presentando su candidatura a votación a Alfonso Cánovas, a José Manuel Pons, a Daniel Avizanda, a Antoni Aguilera, a Josep Pérez Nieto, a Pietro Ferrari, a Josep Domènech, a Sergi Ferrer entre otros.

En los primeros años las juntas eran muy frecuentes y pronto los integrantes del consejo, que colaboran siempre de forma voluntaria, constatan que habrá una gran carga de trabajo. Para iniciar el camino de la nueva entidad, los diferentes vocales empiezan internamente a repartirse los trabajos a realizar.

En los primeros tiempos, se planea una entidad dividida por secciones temáticas y así nacen cultura, deportes, fiestas, teatro... Asimismo aceptarán como primera actividad en el barrio asistir a la procesión del Corpus con su bandera nueva.

Primeras acciones

En los primeros meses de 1953 la entidad se plantea que ha ofrecido más servicios como un horario de atención a los socios de 8 a 9 de la noche. Al mismo tiempo, se empiezan a valorar propuestas de promoción comercial como crear un carnet de socio o poner en marcha una campaña de vales descuento para los comercios adheridos. A nivel promoción, más adelante, apostarán por estrategias publicitarias como anuncios de la Agrupació en las diferentes sesiones del cine Marina.

La regulación de los horarios de cierre, que muchos comerciantes del barrio no respetan en festivos, fue una de las primeras tareas informativas que llevaron a cabo. También se impulsó la creación de distintas secciones, en función de los gremios a los que pertenecían las tiendas adheridas. Las Tintorerías, fueron el sector pionero con una mujer a la cabeza, y también destacaron por su organización sastrerías y restaurantes que empezaron a designar a su propio representante sectorial.

Tampoco descuidarán la parte más festiva y los bailes, la fiesta mayor o el carnaval serán otras de las actividades en las que se participará más activamente.

El primer año, lleno de actividad, se cerrará con una gran celebración en el conocido restaurante Joanet.

La sede social

Desde su inicio la entidad comienza a ver la necesidad de tener un local propio para poder llevar a cabo sus actividades.

La lucha por conseguir una sede que identifique a la entidad acabará dando sus frutos y en 1954 consiguen alquilar a Bartolomé Pons Amengual, un capitán de la marina, un edificio en la calle Balboa letra L (actual Balboa 11) que se transformará en su local social.

Ponerse en marcha en el nuevo emplazamiento requirió un gran esfuerzo por parte de los asociados que contribuyeron con derramas extraordinarias pro local para arreglarlo. El alquiler de 6000 pesetas era bastante elevado y pronto se plantearon la necesidad de encontrar fuentes alternativas de financiación para garantizar que podrían realizarse los siguientes pagos.

Una vez instalados el piso principal, se dedicó a oficinas y salón. La sala social llegará a contar con billar y ping pong y en breve se instaló el teléfono. Alrededor de los años 60 incluso llegarán a contar con una moderna televisión.

Las plantas primera y segunda se acordaron dedicarlas a espacios culturales. También se propuso abrir un bar que acabó arrendándose para ayudar a pagar el elevado alquiler.

Hacia 1954, la nueva sede se viste de largo para su inauguración. La jornada reunió a los asociados y contó con vermut concierto, festival infantil, sesión de cine y partido de fútbol.

La activa sección excursionista

El reglamento inicial recoge que la finalidad de la nueva entidad es ser una sociedad recreativa y organizar festivales familiares, y actividades culturales como conferencias, conciertos representaciones teatrales entre otros y que las actividades deben estar siempre de acuerdo con la moral y las buenas costumbres.

Desde todas las propuestas lúdicas será destacable el gran éxito de las relacionadas con el excursionismo. Inauguró la sección una visita a Santa María de Cervelló y continuó con excursiones a S'Agaró, Sitges, Vilanova y la Geltrú y Tarragona. En ocasiones las visitas también ofrecían excursiones para ver espectáculos como la Pasión de Esparraguera.

El fomento del excursionismo estuvo presente hasta los años 60 en que la participación entró en descenso. La sección excursionista entonces dio paso a una nueva propuesta relacionada con visitas culturales a la propia ciudad de Barcelona y visitaron el Palacio de Pedralbes, el Palacio Nacional de Montjuïc o el Poble Espanyol entre otros.

Las escuelas de la Agrupación

El arreglo de la nueva sede abrirá la puerta al proyecto más ambicioso de la Agrupació: la creación de unas escuelas para combatir el analfabetismo en el barrio.

El proyecto de la escuela, con cierta inspiración en la tradición educativa propia de los ateneos desaparecidos con la guerra civil, fueron una reivindicación de ACIC que necesitó del visto bueno de las autoridades y del Ayuntamiento para hacerse realidad.

Sin reparar en gastos, desde ACIC, se habilitaron como aulas los pisos superiores del local de Balboa 11 pero el Ayuntamiento respondió de forma muy lenta y la puesta en marcha del centro escolar no fue posible de inmediato.

Sin duda, fue la insistencia personal de Joaquim Guimerà y de Alfons Cánovas lo que hizo posible que finalmente, en noviembre de 1955, se pudiera abrir el espacio educativo. de espacio a finales de los años cincuenta.

El compromiso no quedó aquí y, alrededor de 1956, se creó una beca de ayuda a los alumnos más brillantes del barrio. 60 encontramos a una chica Rosa Maria Juan. Una vez se concedió esta primera beca femenina se decidió que en las siguientes convocatorias se elegiría entre estudiantes de ambos sexos.

Un espacio abierto a socios y entidades

En 1955 a la Agrupación llega la petición de un asociado pidiendo organizar un evento familiar en el local. Esta demanda abrió la puerta a alquilar y ceder los espacios a los asociados y entidades del barrio que así lo pedían.

Entidades como la Colla Sardanista Roure y la Coral Euterpe compartieron un tiempo el local con ACIC, sin embargo la Coral Els Tranquils solicitará de forma continuada utilizar Balboa 11 como el espacio de reunión.

En octubre de 1955 empezará una de las colaboraciones más estables y ACIC compartirá espacio con la Hermandad de Torevejenses, entidad que agrupaba a los vecinos provenientes de aquella villa, firmando un convenio que se alargó hasta finales de los años 90 y que comportará también la gestión del servicio del bar por parte de la misma.

Por otra parte, ayudaron a la formación de otras asociaciones y en 1957 y la sede de Balboa 11 fue la cuna donde se fundó la PEÑA BARCELONA-BARCELONETA relacionada con el mundo del fútbol.

Las propuestas culturales

La Agrupación de Comerciantes desde sus inicios planeó realizar actividades culturales en el local de Balboa 11 dirigidas a la vecindad.

En 1955, Salvador Miquel propuso una charla que llevaba por título “la Barceloneta, fiestas, anécdotas y temperamento” A pesar del interés de la temática no queda claro si se pudo llevar a cabo ya que las autoridades competentes decidieron que se había valorado si era posible realizarla. de la Barceloneta”.

Al mismo tiempo, la programación cultural continuó con otras conferencias realizadas ya más técnicas como “La llamada de las profundidades” a cargo de la sociedad de radioestesistas de Barcelona o el coloquio, en 1958, la Barceloneta y el deporte.

Pero sin duda una de las charlas que más se publicitaron fue sobre el Puerto de Barcelona a cargo de Manuel Ayxelà, que formaba parte del equipo de gobierno de la ciudad.

La Agrupació trabajó desde sus inicios siempre en clave de barrio, no sólo en temas de comercio o industria, y colaboraron en las Fiestas del II Centenario de la Barceloneta participando en un concurso de escaparates.

En 1954 fueron invitados a formar parte de la Comisión Oficial de Fiestas e, inicialmente, colaboran haciendo una aportación para realizar un festival para los más pequeños.

A nivel impulso de la cultura y las tradiciones se harán también homenajes como los realizados en el poeta Bertran y Orihuela alrededor de 1956. Y se impulsarán las tradiciones como los bailes de sardanas o la elección de la heredera del barrio.

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