ACIB Barceloneta

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Os invitamos a un viaje al corazón de los comercios con historia de la Barceloneta que forman parte del patrimonio comercial y que contienen recortes de historia, anécdotas y curiosidades. Tiendas y restaurantes que han superado el relevo generacional o han mantenido a lo largo del tiempo intacto el espíritu de estas tiendas.

 

1. Los orígenes y las barracas comerciales

Alrededor de 1749 un artesano llamado Francisco Elias, maestro cerero, pidió permiso para edificar en la playa dos cabañas de ladrillo. El permiso fue concedido por el capitán general contando que estos nuevos edificios podrían ser el modelo para todos los que se podrían construirse después en el futuro barrio de la playa. Finalmente este intento de Elies fracasó pues los locales resultaron tan bajos y poco cómodos que no se consideraron aptos para ser imitados por el resto de edificios a construir.

Los siguientes trabajos de la futura Barceloneta llevaron a la desaparición de las barracas existentes, muchas de ellas comerciales, para nivelar el terreno. A pesar de la oposición inicial de los comerciantes instalados los administradores de rentas como Domingo Fernández del Monte y Domingo Álvarez de Secada, dan ejemplo siendo los primeros a dejar demoler las barracas que vendían vino por cuenta de la Real Hacienda. Otros afectados, como Ventura Milans, apellido de una de las familias de comerciantes más conocidas, y más gente del comercio siguen su ejemplo y así fueron desapareciendo en pocos meses las barracas comerciales y de oficios.

Model edifici amb botiga. Can  Ramonet.

En febrero de 1753 Miguel Guzmán, Marqués de la Mina, da luz verde a la primera piedra de su anhelado proyecto de creación del barrio de la Barceloneta. La historia dice que el 3 de febrero de 1753 Domingo Fernández del Monte, el administrador de rentas, colocó la piedra fundacional de la primera de las tres casas que hizo construir la Real Hacienda en la Barceloneta. El administrador construyó el edificio como modelo, éste si fue aceptado, para todas las otras y en la parte exterior del edificio se podría leer inscrito en la piedra:

A LA FORMACION DE ESTE PUEBLO SE DIO PRINSIPIO EN 3 DE FEBRERO DE 1753.

Gran parte de los afectados del derribo de barracas de la playa, que tenían en muchas ocasiones uso comercial o de almacén, solicitan el permiso para edificar en el nuevo barrio. La construcción de la Barceloneta supone la privatización de unos terrenos que, inicialmente, eran propiedad de la corona, por lo tanto eran públicos. Los solares que se piden se conceden en libre y franco alodio, y exentos de censo, contribución al catastro y de laudemio (derecho que se paga al señor por un dominio directo de las tierras).

Dos años después la urbanización del barrio ya se encuentra muy avanzada y se incide mucho en que no falten locales que den servicio en necesidades militares y de la hacienda del rey, tanto es así que en esta Barceloneta fundacional encontramos diferentes cuarteles para alojar a los dotaciones del ejército y grandes locales para los depósitos de hacienda como los molinos y el almacén de sal ubicado en la calle que todavía hoy conserva el nombre de éste producto.

Originariamente las barracas entendidas como espacios de trabajo de diferentes gremios de mar tuvieron un lugar en el arenal de la playa para guardar sus utensilios y trabajar al aire libre. Una vez empieza la construcción del nuevo barrio la proximidad del Puerto, su ubicación fuera murallas, el tipo constructivo barroco y la instalación de dos cuarteles de soldados, serán los factores claves para determinar el tipo de población que se instala, los oficios a que se dedican y en la creación de un carácter y aspecto diferente al resto de la ciudad.

 

2. Más que gente de mar

La Barceloneta crece sin pausa y pronto se llena de todo tipo de almacenes con productos de todo el mundo. Dado que se un barrio que se encuentra fuera murallas pronto se hace indiscutible la importancia de ser autosuficientes en productos de primera necesidad. En las plantas bajas de las casas tradicionales de planta y primer piso, muchas veces donde también encontramos la vivienda del comerciante, y se instalan sobre todo almacenes de artículos básicos para garantizar el consumo de víveres.

Treballs de càrrega de mercaderies al moll

El cronista Diego Alejandro Gálvez al 1755 afirma que en la plaza de la Barceloneta: encontramos la hosteria más bontia y provista de Europa. Los días de fiesta los vecinos van a merendar y aunque haya 50 personas, en un cuarto de hora tienen preparado un gran banquete. El barrio desde los inicios, según este cronista, contaba con confiterías, tabernes, tiendas, escuela, médico, cirujano,farmacia y todo el necesario para ser un pueblo autosuficiente.

Al 1792 destacan las ofertas de productos llegados de todo el mundo del almacén de Pedro Stirleng así como las referencias a variadas tabernes y casas de comidas. Por otra parte el hecho de ser un barrio marítimo y su conexión con el Puerto favorecen el crecimiento de actividades y usos artesanos relacionados con el puerto, la pesca y el mar.

Así los almacenes d’efectos navales o provisiones para barcos se desarrollan rápidamente. Estas tiendas ofrecen todo tipo de servicios para el menaje de los barcos como cuerdas, pinturas, velas, cables, anclas y hasta todo aparatos de precisión. Como la tienda de Francesc Canna fundada hacia 1760 que venía desde farolas a brújulas.

Hacia 1791 empiezan a surgir un todo un seguido de pequeños astilleros que se acabarían haciendo fuertes en el S.XIX fundando verdaderas estirpes de constructores como los Missé o los Cardona. Dado que los espacios eran a menudo muy pequeños las construcciones más grandes se finalizaban fuera de los talleres, y a medida que crecen las actividades las calles y la playa se acaban convirtiendo en espacios vivos donde las gentes de mar, pescadores y los obradores hacían su trabajo al aire libre.

La Barceloneta además de los Astilleros y las reparaciones de barcos acoge también a navegantes de todo el mundo que desembarcan en el Puerto, y que tienen que hacer noche en el barrio, esto comporta que hacia 1795 hay un gran incremento de fondas y hostales y en menor medida de los cafés, para acoger a todos los visitantes que piden estos servicio.

Sin embargo, el movimiento portuario se refleja en el comercio de la época. En el muelle o en la playa se vendían todo tipo de mercancías, como si de un depósito franco se tratara, y se podían encontrar mantequillas, licores así como bordados, perfumes o telas llegadas de todo el mundo.

 

3. Fabricado en la Barceloneta

En el S.XIX el barrio sigue viendo aumentar su población bajo los auspicios de una industrialización emergente. La facilidad de las comunicaciones por la proximidad del Puerto y el Ferrocarril, así como el hecho de encontrar fuera murallas, que ayuda a eludir la prohibición de instalar industria peligrosa, hacen del barrio marinero un lugar idóneo donde ubicar las industrias. Así encontramos grandes empresas como la Nueva Vulcano, la Maquinista Terrestre y Marítima, Catalana de Gas y también más modestas en sus inicios como la Fragua Lacambra o los Talleres Escuder, famoso por fabricar las primeras máquinas de coser.

Fabricat a la Barceloneta

Numerosos industriales no dudarán a trasladar sus fábricas a espacios más amplios pero en ocasiones mantendrán el despacho de venta o almacén en la Barceloneta. Muchas veces fue habitual la convivencia de la administración de la Compañía, el almacén para la venta al mayor de sus productos, y un elegante despacho por la venta al por menor, también eran habituales las sucursales si tenían mucho éxito los productos fabricados.

Perfumes, licores, harina, galletas para barco, o instrumentos de astronomía de la fábrica y almacén de José Rosell fueron algunos de los muchos productos surgidos de nuestro paisaje industrial, mercancías que tenían en muchas ocasiones grabado el nombre de la Barceloneta como el lugar de su fabricación.

Paralelamente a la prosperidad del sector industrial surge el cooperativismo que también genera un movimiento comercial alternativo. Entidades pioneras, como por ejemplo la Cooperativa Obrera la Fraternidad, tenían una tienda por los socios y llegaron incluso a crear su propia moneda para hacer las transacciones comerciales.

 

4. El ocio y los baños

La pujanza industrial marca también el inicio de la decadencia de los antiguos astilleros y de las fondas que daban servicio a los marineros que llegan al Puerto que, con la apertura del Portal de la Pau y la desaparición posterior de las murallas, ya no necesitan pasar noche en la Barceloneta.

Piscina para familias. Balneario San Sebastián. Joaquín Diéguez, MDC

Al iniciarse el S.XIX muchos habían apostado por los establecimientos de baños, los primeros al instalar habían sido los de Can Soler y el éxito fue tal que aprovechando la temporada de verano los propios encargados de los astilleros ofrecían instalaciones de servicios para los bañistas que se desmontaban con la llegada de las bajas temperaturas. La presentación de estos establecimientos no era muy valorada hasta llegar a la construcción al 1872 de los Baños Orientales, que dejó en evidencia que si el resta de establecimientos querían competir en servicios tenían que mejorar sus instalaciones. Otros baños que adquirieron gran renombre en la época fueron los del Astillero, San Miguel o San Sebatián.

Ya al S.XX estos espacios también fomentarían la práctica de deportes marítimos y los clubes de natación forman a los mejores nadadores e incluso generan disciplinas de competición marítima propias como las regatas de patín a vela catalán.

5. Cocina con alma marinera

A medida que la Barceloneta se agranda y se montan nuevas y poderosas industrias, aumenta, este tipo de establecimientos, con más proporción los cafés que las puestas o fondas, lo que se explica porque con la facilidad de comunicaciones con la ciudad y la apertura del Portal de la Paz y de su embarcadero, ya no había necesitado, para muchos, de pasar la noche en la barriada. En 1799 en la calle Mariners ya funcionaba el Café de la Fuente. Y en enero de 1802 se estableció el Café del Aguila Imperial frente la Riba.

Hasta el año 1860 podemos hacer constar los siguientes cafés elegidos entre los más concurridos: África, calle de la Concordia, Armonía, en la calle de San Juan, Los Amigos, en la calle de San Fernando,

La Faluga

Cometa, en el Paseo Nacional, Filarmónico nuevo, en la calle de la Concordia, Habana, en la calle de Sant Antoni, Leon de oro, en la calle Mayor, Navegantes, en la calle de Santo Elm, Niño en la calle de Sant Miquel, Café del Puerto, calle de San Juan, Villa de Madrid, calle del Juicio y Café de Puerta del Sol, en lugar que no hemos podido determinar. En la mayoría de estos cafés se servía también comida y el del Puerto se convirtió en café cantante donde se representaban variedades y pasos de comedia con acompañamiento de danzas y tonadillas.

El número de tabernas era cada vez mas grande y en el susodicho año 1860 había treinta y cinco, donde también se cocinaba o se servían escabeches y sofritos, a las cual había que añadir en verano la infinidad de barracas de comida y bebida, especialmente las horchaterías que se instalaban, en la playa.

Con el S.XX la restauración empieza a adquirir gran eco. La Faluga, Can Joanet, La Siempreviva o Can Tipa fueron algunos ejemplos.

El sesgo pescador del barrio es aprovechado por un espacio gastronómico que cada vez tiene más éxito, se trata de los merenderos. Este sector se añade a la restauración ya existente en el entonces llamado Paseo Nacional y en las casas de comidas por obreros del interior del barrio con gran aceptación.

Los merenderos de la playa eran pequeños espacios que, a principios del S.XX, ofrecían cocina de pescador con pescado fresco llegado en la playa. En sus inicios eran instalaciones estacionales de madera para aprovechar la temporada de playa y hacia 1940 ya hay constancia que se empiezan reabrir para hacer un lugar estable en el espacio gastronómico de la ciudad bajo el sobrenombre de los “chiringuitos” ya en los años 60. Los años 60 y 70 marcarán un cambio el decrecimiento industrial propicia el crecimiento del espacio gastronómico basado en las recetas marineras de la cocina tradicional pero también se impone un fenómeno que se inicia hacia los  años 60: el de los locales especializados en tapas.

Los años 90 supondrán la desaparición de los chiringuitos y los espacios próximos como el Palau de Mar toman el relevo de la tradición gastronómica.

6. Evolución del comercio

Hasta finales de SXIX el barrio marinero es un espacio donde tradicionalmente se compraba y se vendía en la calle todo tipo de productos y contaba con un mercado en la plaza de la Font que todavía era al aire libre.

Al 1884 se inauguró por fin un Mercado cubierto construido por una de las empresas líderes del momento la Maquinista Terreste y Marítima.

La evolución del pequeño comercio será imparable adaptándose a la demanda y queda recogida en las guías que se publican esparteros, toneleros revendedores, semoleros, sastres zapateros...pueblan el comercio hasta finales del SXIX.

Magatzem comercial

Ya en el siglo xx alrededor de los años 30 se amplía actividad donde se mezclaba el pequeño comercio, los almacenes navales y las industrias con despacho de ventas. La guerra civil supondrá una rotura con la dinámica comercial.

La posguerra fue una etapa poco propicia para la actividad comercial (hasta al 1952 perduró la cartilla de racionamiento). Los 50 marcarán el cambio y el crecimiento poblacional y las demandas acaban para liberalizar la oferta. Es un momento clave para el desarrollo de los pequeños establecimientos especializados que verán un momento de bonanza hasta los años 60 momento en que empezarán a surgir los grandes almacenes.

A partir de 1970 se mantienen esencialmente los productos de uso cotidiano, especialmente la alimentación. En estos años también comienza a borrarse todo el pasado industrial y de los establecimientos ligados a la actividad marítima solo restando una pequeña representación de tiendas relacionados con los artículos de pesca y los efectos navales y pinturas.

Proliferaron las tiendas de electrodomésticos en la zona de los porches del puerto y con respecto a los productos alimentacios, las tiendas de víveres tradicionales irán dejando paso al estilo supermercado empezando a vender de otra forma.

Después de una época dorada, con la demolición de los “chiringuitos” y de la mayor parte de las casas de baños, a finales de los 80, la Barceloneta que había contenido una historia social y comercial muy intensa se ve abocada a reinventarse comercialmente una vez más. Los 80 son el momento de entrada del concepto de los espacios multivenda como la Cope abrirán la puerta a grandes cadenas como máximos exponentes alimentarios.

La década de los 90 el uso masivo del vehículo privado favorece el acceso a los grandes espacios comerciales externos. La Barceloneta comercial surgida después de las transformaciones que generaron el Juegos Olímpicos de 1992 todavía conserva dentro del muelle de pescadores el espíritu marinero que siempre lo ha identificado. Sin embargo empieza a perder tejido comercial mientras consigue mantener un amplio abanico de gastronomía tradicional conocida en todo el mundo.

 

7. Comercio que mira al futuro

Al S.XXI a nivel comercial se apuesta por el moderno edificio del Mercado con intención que sea el eje vertebrador del comercio interior.

Mercat de la Barceloneta reformat

El pequeño comercio, el más próximo, que históricamente se ha adaptado para dar servicio por igual tanto a los vecinos como soldados de los cuarteles, marineros llegados de todo el mundo u obreros que trabajaban en su industria, entra en crisis con la llegada de internet y tiene el reto de renovarse para atender todas aquellas demandas que traen los nuevos tiempos.

Las tiendas que sobreviven conjugan tradición y atención online y personalizada, tanto a vecinos como visitantes, ofreciendo los productos más demandados y atractivos, como siempre se ha hecho. El centro neuralgico del pequeño comercio se mantiene en el entorno del Mercado mientras que la gastronomía y el ocio se encuentra más activa y cambiante en los diferentes Paseos aprovechando la proximidad y la atracción del Puerto y del mar.

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